Existe un término que se ha puesto muy de moda a raíz de la pandemia pero que para las personas que convivimos con enfermedades neurodegenerativas puede ser bastante familiar como es la niebla mental.
Este fenómeno se produce cuando la persona se encuentra con dificultades de concentración, atención y memoria. Si le preguntamos a alguien que conviva con ella nos dirá que siente que tiene la mente espesa y que le cuesta enfocarse en las tareas.
Este síntoma que se puede sufrir en enfermedades como puede ser la esclerosis múltiple también se está asociando al Covid-19.
Este virus se ha podido comprobar que afecta al sistema nervioso central y, por ello, personas que lo han sufrido pueden presentar este síntoma.
Hay que aclarar que el Covid-19 no afecta directamente a la neurona, sino que, afecta a los vasos sanguíneos pequeños que se encuentran en el cerebro.
En casos como los de la esclerosis múltiple (EM), la enfermedad de base, la EM no se agrava por el virus propiamente dicho, lo que sí sucede es que, debido a la sensibilidad de la EM a los factores externos esta se puede manifestar con más «energía».
Para este síntoma que resulta tan incómodo y discapacitante como es la niebla mental el tratamiento o la intervención más recomendada es la intervención neuropsicológica y el entrenamiento cognitivo.
La dificultad para llevar a cabo la intervención sobre el síntoma es, básicamente, el acceso a estos servicios. En países como España, en los que la sanidad es accesible para todos, no se está realizando (a nivel general) ningún tipo de trabajo específico sobre el síntoma.
Suponemos que esto es porque no se considera un síntoma que genere una alteración significativa de la vida diaria.
Cuando la realidad es que, la niebla mental o brain fog, puede provocar en la persona que la sufre una frustración e impotencia que influya en su dinámica familiar, social y laboral. Si esto no se aborda a tiempo, se puede extender en el tiempo de tal manera que la persona llegue a sufrir una depresión.
Ante la sospecha de este síntoma, como es habitual, lo más recomendable es acudir al médico de atención primaria. Si se tienen recursos para ello, se puede contemplar el realizar una valoración neuropsicológica o acudir al psicólogo clínico.
En todos estos recursos se pueden encontrar respuestas a las dudas que la niebla mental puede conllevar y, además, se pueden encontrar recursos para mejorar el síntoma o cómo gestionarlo en el día a día.
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