Cuando se habla de dolor (no solo en esclerosis múltiple), por lo general, todo el mundo tiene en la cabeza una imagen más o menos clara de a qué se refiere una persona cuando dice que le duele algo. Ahora bien, el dolor no es un ente plano, que se manifiesta en todas las personas de la misma manera y en la misma intensidad: el dolor y la percepción de este está sujeto a un buen número de diferencias individuales de aquella persona que lo sufre.

Qué es el dolor

Para empezar, definiremos qué es el dolor. Se puede definir el dolor como “… una señal del sistema nervioso de que algo no anda bien. Es una sensación desagradable, como un pinchazo, hormigueo, picadura, ardor o molestia. … Puede ser agudo o sordo, intermitente o constante, localizado o generalizado.” (NIH Neurological Institute) (1) o “…puede ser agudo o leve, intermitente o constante, pulsátil o estable. A veces el dolor es muy difícil de describir. Se siente en un solo sitio o sobre un área extensa, y su intensidad varía de leve a insoportable.” (Watson, 2020) (2).

Como se puede comprobar, el dolor cubre un amplio espectro de definiciones y percepciones, por ello se puede decir que el dolor tiene un componente subjetivo (Gallar, 2020) en las personas. Esto se debe a que ante un mismo proceso físico de dolor, existen diferentes percepciones. Y esa es una de las informaciones más interesantes desde el punto de vista psicológico que se pueden aprender en Psicología y que ayudan a comprender mejor las emociones asociadas al dolor.

Esclerosis múltiple y dolor

En lo referente a la esclerosis múltiple, los profesionales sanitarios suelen afirmar que esta no produce dolor y, es posible que desde el punto de vista teórico de la enfermedad así sea, pero, si esta afirmación es cierta ¿cómo se explicaría el dolor neuropático?

Las personas que convivimos con esta enfermedad sabemos que, de una manera u otra, puede producir dolor y este puede manifestarse de maneras muy variopintas y por ello debemos de saber (o al menos intentarlo) definir y describir lo más precisamente posible el dolor que estemos sufriendo en ese momento. 

Para facilitar esta tarea, a continuación, se describirá y diferenciará entre tipos de dolor:

Tipos de dolor en esclerosis múltiple

  • Dolor Neuropático: se puede manifestar en una sensación de dolor agudo continuo o en forma de descargas, puede ir acompañado de espasmos musculares y sensación de quemazón. Lo más destacable de este tipo de dolor es que se produce cuando el cuerpo está en reposo (mientras se descansa o duermes). Este dolor puede ser muy discapacitante ya que, al producirse en periodos de relajación, influye en la calidad del sueño y es fuente de estrés.
  • Dolor articular: dolor más común en personas mayores o en aquellos que realizan una actividad motora repetitiva y, en la mayoría de los casos, se produce en las articulaciones de las extremidades inferiores, sobre todo la rodilla o la cadera. Se puede producir por el desgaste de la articulación o por inflamación de los tejidos blandos y/o tendones. Este es un dolor “mecánico” que si se trata a tiempo puede sobrellevarse, de lo contrario puede producir limitaciones del movimiento pudiendo llegar a necesitar cirugía de sustitución (ej. Reemplazo de rodilla)
  • Dolor crónico: generalmente se produce como consecuencia de alguna enfermedad crónica como pueden ser los problemas circulatorios o la diabetes tipo II. En ambos casos se puede producir un déficit de riego sanguíneo a las extremidades inferiores los que tendría como consecuencia el dolor.

> Las definiciones de las tipologías del dolor que se describen en el párrafo anterior son ejemplos de los tipos de dolor, pero existen otras patologías como la fibromialgia que cuenta con su propia guía de diagnóstico basada en los puntos del dolor. <

Aprender a describir el dolor

Una vez que se ha descrito la parte teórica referente al dolor, pasaremos a la parte práctica. Para las personas que vivimos a diario con dolor se hace imprescindible que sepamos describir de forma eficaz y eficiente cómo es ese dolor. Debemos de ser capaces de describir si es un dolor agudo (parecido a cuando te golpeas con algo) o sordo (que está ahí latente, no es agudo, pero genera gran incomodidad). Si se produce en reposo o al realizar alguna actividad concreta, si afecta al día a día, si nos deja descansar, etc. Y, importante, desde cuánto tiempo; aproximadamente; tenemos ese dolor.

Hay que pensar que, cuanto más concretos seamos explicando al profesional que nos atiende las características del dolor, más probable es que le preste atención al síntoma y sea capaz de intentar buscar la causa.

No hay que olvidar que los médicos son personas, en muchos casos, con una deformación profesional en la que los titubeos o las explicaciones vagas les hace restar importancia al síntoma y, aunque se encuentren con pacientes con una tolerancia al dolor mínima, han de percibir que no es nuestro caso. Porque somos capaces de entender qué reacciones son propias de la EM y cuáles no.

Componente emocional del dolor

Por otro lado, el dolor tiene un componente emocional que no hay que obviar. El dolor, sobre todo el crónico, no solamente afecta a la persona que lo sufre, sino que puede influir a todo su entorno. El dolor tiene un impacto directo sobre el estado de ánimo, el apetito, el sueño, la capacidad de disfrutar de las aficiones y/o la familia, etc.

Una persona que convive con dolor y que no se siente capaz de “lidiar” emocionalmente con él, puede ver alterada la percepción sobre sus capacidades y tener una sensación de discapacidad mayor a la que realmente tiene y por ello dejar que sea el dolor quien condicione cada aspecto de su vida. El dolor se convierte en causa y excusa para la persona que lo sufre.

En muchos casos, la persona que sufre el dolor necesita de forma urgente una solución que haga tolerable dicho dolor, normalmente esta solución se enfoca al aspecto farmacológico. Espera que le den una pastilla que le disminuya o elimine el dolor. Existen patologías que, por desgracia, no dejan otras opciones que las farmacológicas, pero la EM no es una de ellas. 

Abordaje multidisciplinar

Las personas que conviven con el dolor como consecuencia de la EM, en la medida de lo posible han de acompañar el tratamiento farmacológico para el dolor con la actividad física, la fisioterapia y la terapia psicológica. Con este abordaje multidisciplinar las probabilidades de mejorar la calidad de vida aun cuando el dolor no haya desaparecido se multiplican. 

Es sabido que, para los episodios de depresión, el salir a pasear tiene una influencia positiva en la persona que padece esta enfermedad. El abordaje multidisciplinar del dolor en esclerosis múltiple produce un efecto similar, ya que la complementariedad desde esta perspectiva del dolor puede proporcionar a quien lo sufre una mejora emocional que influye directamente en la adherencia al tratamiento farmacológico. Si el fármaco es el adecuado, la perspectiva del paciente es la adecuada y cuenta con los recursos necesarios para su autocuidado, el dolor será percibido como menos lesivo y la percepción de discapacidad se aproximará a la discapacidad real.

Bibliografía:

  1. MedlinePlus. Dolor. https://medlineplus.gov/spanish/pain.html
  2. James C. Watson (2020) Introducción al dolor https://www.merckmanuals.com/es-us/hogar/enfermedades-cerebrales,-medulares-y-nerviosas/dolor/introducci%C3%B3n-al-dolor
  3. Gallar Martínez, J. (2020) Estudio del dolor. Primer curso Grado de Psicología Universidad Miguel Hernández .