EMPAREJAS.

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Hoy, cuando he llegado de la uni, y mientras subía por las escaleras (a ver qué os pensáis, que yo hago deporte. Subo al 1 piso en el que vivo por las escaleras) he pensado «hoy tengo ganas de jaleo, hoy a escribir de algo de lo que no tengo ni remota idea, pero qué coño, ¡hemos venido a jugar! Así que hoy el tema escogido es el tema de «EM y parejas» , de las sentimentales, no de las de la guardia civil ni nada de eso.
Pues bueno, como ya sabemos todos, que estamos a la última en todo, dentro de poco editaremos la versión esclerótica del Vogue, vivir con EM es una putada nivel Dios (pero de los nórdicos tipo Thor, que dan más miedo), a los pringados que nos ha tocado esta lotería, y no la del calvo, nos resulta un verdadero coñazo aprender a vivir de nuevo, con nuestra agenda, nuestros post it, nuestras visitas recurrentes a varios médicos, nuestro reflejo verde de tanta resonancia, nuestra fatiga… lo viene siendo vivir con EM. A todo esto hay que sumar que, por una cuestión de espacio (ni los del Ikea saben cómo hacerlo) pues no estamos solos en el mundo, con lo práctico que eso sería a veces, sobre todo cuando la fatiga se pone chula y no estamos ni para contestar a nuestros pensamientos, pero bueno, es lo que hay , somos 6.000 millones de personas en el mundo, lo raro es que no nos vayamos tropezando unos con otros, y teniendo en cuenta que de esos 6.000 millones 2.5 millones somos escleróticos, pues mejor nos callamos vaya a ser que nos manden a vivir a la isla de Perejil a todos (igual que en la peli «La isla del profesor Moreau).

A lo que iba, que si para nosotros como individuos esto ya es como subir a los Andes en chanclas, una locura para poder adaptarse, cuando tienes pareja la cosa debe convertirse en un circo de 3 pistas, aquí os expongo el razonamiento que me ha llevado a esta conclusión: si cuando a uno le diagnostican, no entiende un pimiento de lo que le están diciendo (que de pronto parece que te estén hablando en fines), ni de lo que está sintiendo, ni de porqué tu cuerpo se ha declarado en rebeldía. Tener que explicárselo a otra persona (por mucho que lo quieras) tiene que ser como domar leones con un chuletón en la mano, flipante y peligroso. Porque da igual lo que tú le digas a la otra persona, que por lo visto tu también te explicas en fines, que el otro se hace una composición de lugar extrapolando tus secuelas o síntomas a su vida (como está claro se le olvida multiplicar cada cosa que le pase por 10.000, para situarse a una proximidad suficiente para que nos vean de lejos), y la conversación siempre va a terminar con la frase esclerótica lapidaria «es que tú no lo puedes entender». Y claro, ahí hay después un tsunami de emociones entre en extrapolador y en desentendido que puede ser catastrófico.
Empiezo a pensar que lo de entenderse está sobre valorado, deberíamos pasar directamente al apoyarse y a quedarse con lo que nos haga sonreír. No sé, calzarse los zapatos de otro siempre es difícil (sobre todo si te están pequeños) así que sería más positivo observar esos zapatos y apoyar la compra, o lo que es lo mismo: no sabes lo que es vivir con EM, no pasa nada, me alegro por ti, pero intenta adaptarte lo máximo posible a mis circunstancias, dame tu apoyo, y yo intentaré estar lo mejor posible para apoyarte a ti también. 

Quizá tenga una imagen muy idealizada de las relaciones, en las que tienen que confluir (esta  palabra es para compensar lo de los tacos solo) el altruismo, la empatía, el cariño, la comprensión, el apoyo, etc (al que se le ocurra copiar esto para sus votos nupciales, le aviso desde ya que tiene un precio) más allá de cosas que en realidad son menos importante, aunque seguramente más inmediatas, como el poder improvisar los planes o no implicarse en las circunstancias del esclerótico…
Vivir con una persona con EM no tiene que ser un paseo, pero ser la persona con EM tampoco es para partirse la caja, es un reto diario lleno de rutinas aprendidas para ir esquivando el brote, que parecemos esquiadores bajando la pista esquivando bandericas, pero en categoría «Torpe plus ultra».