EM vs INSS.

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burocracia
Hoy me apetece compartir con vosotros la odisea que es ir al neuro a que te cuente qué pasa en esa cabecita loca y el conflicto al que me enfrento. En mi caso, como lo de loca lo traía de serie, pues es simplemente ver qué están haciendo los Gobblins que viven en mi cabeza, un control de daños, básicamente.
Para empezar, y como no  podía ser de otra manera, mi EM ha salido avispada. No podía ser una esclerótica simplona, de esas a las que le asignan un tratamiento que acojona a la EM y la mantiene a raya, ni una de las conflictivas (por suerte) de las que ni con fuego controlan a esta cabrona con aspiraciones a dominar nuestras vidas. A mi me ha tocado una EM ninja, la muy pillina va ahí a la suya, pero sin dar grandes pistas en plan, «relájese que ya le aviso yo» y luego vienen las sorpresas en forma de lesiones nuevas (a ver si os ibais a pensar que la sorpresa iba a ser una remisión de la EM, ¡mis ganas!).
Es ahí cuando mi cabeza entra en conflicto, y no es un conflicto pequeño. Hace unas semanas recibí la carta de prorroga de mi baja por parte del INSS (iba a poner del SS pero lo mismo llamaba a conflictos innecesarios) y me dijeron que era porque cabía posibilidad de recuperación y reincorporación a mi puesto de trabajo (soy autónoma, mi puesto de trabajo voló hace 13 meses) y ahora llega mi sistema inmune y me sale con estas. ¡Es una traición en toda regla! Así no se acaba con las ilusiones de la gente, es una crueldad.
Como veis, a parte de que mi EM va a la suya, y por lo visto el  INSS también, cabe plantearse cual es la mejor manera de afrontar las incoherencias de nuestra vida, y a ello voy antes de que mi sistema inmune decida volver a atacar y al final  termine contando cómo hacer una tortilla de patata sin huevo y sin patata, con el cerebro roto !todo es posible!
Como ya os habré contado antes, y sino pues lo cuento ahora, yo estoy de baja desde que me ingresaron con el primer brote, mis médicos (que son muy majas) no  se han planteado darme el alta en ningún caso. Llevo así 13 largos meses, en los que no paro de adaptarme a cosas, de esas que no tienen importancia, en plan dormir 14 horas, tomar 8 pastillas, pincharte 3 veces por semana… nada complejo, no es como cuando en tu bar favorito te cambian la cerveza, que eso si es una putada.
Así que yo,  ingenuamente y con el cerebro esportillado, pues creí que de todas las personas que deben ir a fichar al INSS (que lo de que vayan a trabajar es otra cosa, daría para una investigación de la Sexta) alguna leería mi expediente (entendiendo lo que lee) y pensaría «pues vamos a darle a esta mujer la incapacidad laboral (la que me corresponda), que con todos sus antecedentes y su estado actual, lo raro es que le aguante el cuerpo para seguir». Lo sé, peco de ingenuidad nivel profesional de 1ª, porque después se ve que pensaron, «¡coño, no! que esta mujer es autónoma y de la baja que cobra le podemos sacar 275€ al mes como cuota de autónomo, no se vaya a gastar toda la baja en Moët Chandome y caviar de Beluga, que los autónomos son muy extravagantes» y me dieron la susodicha prorroga alegando que en estos próximos y maravillosos 180 días de excesos que me va a proporcionar la baja de la cotización mínima de autónomo (menos la parte de Montoro, que el hombre también tiene derecho a vivir, lo mismo no a Moët Chandome, pero si aun cava decente) podría recuperarme o incluso, como traca final,  curarme de esta enfermedad (si esto último pasa, lo siguiente es convertir el agua en vino o en Moët Chandome, el alcohol  correría de mi cuenta).
Pues con todo esto, ahí, rondandome la cabeza, acudo a mi visita con mi neuro esperando que lo que dice el INSS fuera una posibilidad plausible, porque joder (es para compensar lo de plausible) si una ya no puede confiar en las instituciones qué será lo siguiente, ¿descubrir que los Reyes Magos no existen? A lo que iba, llego allí y mi neuro me mira con la misma cara que cuando tu pareja quiere cortar contigo, en plan «tenemos que hablar» que a ti ya te flojean las piernas y se te coge un nudo a la garganta que contestas con vocecilla «¿qué es lo que pasa?» cuando en realidad estás pensando que lo mismo se está haciendo la interesante o que  le han dicho que el día de navidad le toca guardia, vamos, cosas que no van contigo y de pronto te dice que en la reso han salido lesiones nuevas. Claro está, tú no le vas a contradecir, se ha pasado 10 años estudiando para ser neuro, te sabe mal, pero tu tienes una carta del INSS que te dice que te puedes curar, así que la conclusión más lógica a la que llegas es que todo es un complot de las farmacéuticas para tenerte enredada entre pastillas e inyecciones (lógica aplastante). Porque la otra opción, que quizá sea un poco más factible (hoy estoy que me salgo con el vocabulario, joder!) es que en el INSS no se molestan en ver la información del diagnóstico de los pacientes, es más, que la persona responsable de ese departamento que te envía la carta y te llama para confirmarte la prorroga no tiene ni la más remota idea de porqué estás de baja por enfermedad, lo cual ya sería el apocalipsis. 
Si ese fuera el caso, pues he de decir que yo, que me tenía por una persona bastante especial, empezaría a sentirme de lo más vulgar. Porque, oye, no habré escalado el Anapurna ni nada de eso, pero he sobrevivido a un cáncer (raro dónde los haya, se da en 1 de cada 100.000 habitantes) y ahora me estoy partiendo la cara con la EM, que si eso no me hace especial ya me contareis.
No esperarán que para ser especial nivel dios empiece a cagar huevos de Fabergé, porque por ahí si que no paso.

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