Hola rebonicos!!!
Cuanto tiempo sin hablaros y que tranquilos habréis estado sin tener a esta loca armada con un portátil por aquí amargándoos la existencia y enseñándoos a decir tacos y eso… Pues se acabaron las vacaciones! Hay que empezar ya a acordarse de la madre de lo que sea que nos pase, ya sabéis nuestro lema:
«Todo es culpa de la EM»
Aunque se te haya fundido una bombilla del coche, la culpable siempre la EM, que oye debería ser un lema que sirviera para todo, no sólo en los casos en que te lo dice el médico a ti. Es decir, que se te rompe un tacón por la calle (osadas aquellas que aún valláis en tacones por la vida, tenéis más mérito que el taxista que lleva a Miguel Ángel Revilla todos los años desde su casa en Cantabria hasta la Moncloa con la dichosa lata de anchoas. Una lata me parece cutre, ya lo he dicho!), pues es culpa de la EM, que la lavadora tira tarde el suavizante, es culpa de la EM, que se te pegan las lentejas pues es… bueno este último ejemplo sí puede que la EM tenga algo que ver, tampoco vamos a ir a estas alturas de Arguiñanos por la vida, que no cuela.
Ahora, y sí es por culpa de la EM, nos hemos convertido en un híbrido entre el trastorno de déficit de atención y la hiperactividad (aquellxs que seáis padres deberíais tener remordimientos por valor de lo que gasta Cristiano Ronaldo en gomina al mes por haberle dicho a vuestros vástagos lo de «es que estás en bavia» o «te distraes viendo una mosca volar»). Tenemos la atención de un bocadillo de queso y para lograr una concentración decente tenemos que estar en mejores condiciones ambientales que una planta de Navidad (que no duran ni del camino de la tienda a casa. Por cierto, Feliz Navidad, año nuevo y todo eso. Os hubiera felicitado antes las fiestas, pero ya sabéis, la EM.)
Porque sé que no, pero hay veces que pienso que les dan una asignatura llamada «Cómo echar balones fuera con enfermos crónicos» y que a muchos se les da de lujo, joder!
Visto desde fuera, nuestras visitas al neurólogo tienen que ser como un diálogo de besugos nivel Dios. Imaginaros, está el médico (con doctorado o no, si es no, no son doctores) mirando la agenda y diciendo «¡qué guay!, viene la/el esclerótica/o. Esto va a ser 5 minutos» y por otro lado nosotros, con una lista de cosas para decirle que parece la lista de delitos del caso Gürtel. Nosotros, que vamos con nuestro híbrido que hemos dicho antes empezamos a disparar síntomas (que parecemos sacados de Terminator 2) y el médico esquivando nuestras preguntas cual Neo en Matrix, ahí con su es por la EM, es por la EM, es por la EM… y así hasta que nuestra atención, concentración y paciencia se convierten en algodón de azúcar y ya nos rendimos a sus explicaciones, hasta el punto que salimos hasta convencidos… ¡Coño, que en vez de neurólogos parecen hipnotizadores!
He de decir, por si no se nota por mi tono amable y nada crítico, que yo ya vengo resabiada. Como ya sabréis, y sino os lo cuento, yo pasé por un proceso oncológico, o lo que es lo mismo, pasé un cáncer. Bueno, pues de eso hace 7 años, y me he pasado la mayoría de ellos oyendo que lo que me pasaba era o de la quimioterapia y/o de la radioterapia. Que, pensándolo bien debería de ir al hospital (subida en un unicornio, así, algo discreto) y hacerles una peineta a todos porque resulta que lo que me pasaba era de la EM (fatiga nivel profesional doctorada y con 7 masters del universo fatigoso). Así que cuando veo que los médicos se tiran a darnos la respuesta fácil, me dan ganas de darles con el Vademécum en la cara, cual portazo, y dejarles la cara como un gato de angora.
Como imaginaréis, esto es una generalización, no diré fácil porque cuando empecé a escribir era de día y ahora en noche cerrada. Pero es una generalización que no va desencaminada, para un neurólogo que dice vamos a ver qué le pasa a este ser humano fatigoso y politoxicómano, hay 3 que dicen «otra vez la/el esclerótica/o» (como si ir a verlos fuera una juerga, que ni te sacan una cerveza con sus frutos secos ni na).
Por hacer autocrítica, que no vamos ahora a ir por el mundo como si los escleróticos camináramos por encima del agua (que si alguno lo hubiera conseguido ya lo hubieran visto en Tele 5),andamos regular por la tierra, con su gravedad y todo, como para ir sorteando algas y medusas para ir a por el pan, nosotros vamos a las consultas con la cabeza llena de información en plan pueblo, a saber: Es que he leído, me han contado, he soñado que si me tomo 7 vasos de agua por la mañana seré menos esclerótica/o, y cosas así, llegamos con información desordenada, y claro, el médico no nos toma tan enserio como nos gustaría. Pero digo esto para que si hay algún médico en la sala no venga a mi casa a sacudirme, que yo no corro ni aunque me vaya la vida en ello, así que la paliza me la llevaría fijo.
Concluyendo, que se me va esto de las manos, en realidad existe, y seguirá existiendo a corto plazo, un problema de comunicación y de cómo se debe encarar la EM, que no vamos a engañarnos, es responsable de que tengamos que pasarnos la vida adaptándonos a nuestras nuevas circunstancias, pero el camino sería más fácil para todos si todos los médicos que acaban tratando a las escleróticas/os se fueran de colonias y en las convivencias se dieran cuenta de que la EM hay que tratarla de forma multidisciplinaria, no cada uno a la suya (que sino se quieren ir de colonias, pues que se vayan al Arenal, que los festivales también unen mucho).
La culpa fue del cha,cha,cha.
La culpa fue de la chacha.
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