Inclusión en discapacidad, mito o realidad

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Hola, esclerocolegas. ¿Cómo os trata la vida? ¿Bien o como siempre?

Hoy me gustaría hablaros del tema de la inclusión en discapacidad, me gustaría hacerlo ahora, antes de que se vaya aproximando el día de la discapacidad y se llenen las redes y los blogs de reivindicaciones (bienvenidas todas).

No están preparados para la inclusión

Como ya sabréis los que salís a la calle y convivís con discapacidad, el mundo no está preparado para nosotros, está hecho para gente normalucha que no tienen ni chicha ni limoná, unos norma-sosos de narices, el resto seguimos tropezando con este entorno tan vulgar.

Me resulta muy gracioso (en plan ver cómo un coche empapa a alguien en una parada de bus) que todos los alcaldes, presidentes de comunidad autónoma y de comunidad de vecinos si me apuras, hablen orgullosos de lo accesible que es su pueblo, ciudad, comunidad, etc. Perdónalos señor, que no saben lo que dicen. Y señor va en minúsculas porque me refiero al señor con discapacidad que va a tirar la basura y el contenedor está hecho para que levante la tapa Silvester Stallone, o las rampas superadaptadas para las que se tiene que comprar un Hummer… En este país le pones una pegatina de las del muñeco en silla de ruedas a una pared de escalada y ya estaría adaptada. Fácil, rápido y ¡para toda la familia! Clic para tuitear

No hay que engañarse, vivimos en un país de castañuela, pandereta y postureo máximo, haciendo las fotos con el ángulo que mejor nos favorece y ocultando las basurillas que tenemos por en medio… España es un enorme photocall.

Me gustaría a mí conocer al iluminado de las narices que se sienta en el despacho y diseña los edificios y sus correspondientes accesos adaptados, ¡ese tipo es un cachondo! Me lo imagino ahí, con sus legos haciendo las maquetas de los espacios públicos con un muñeco en silla de ruedas, y decidiendo la inclinación de la rampa correspondiente, pero en vez de imaginando como subiría una persona por ella, tirando al lego discapacitado que es mucho más divertido.

Después se junta con el arquitecto municipal, o de la consejería correspondiente, que fue a la misma escuela de cachondos que el primero y se sacan de la manga una normativa que apruebe que se valen las rampas que parezcan las de los saltos de esquí del día de Año Nuevo.

Junto con esos 2 colegas está el señor responsable de la movilidad urbana, que también hizo su posgrado en el Club de la Comedia, mira la portada del proyecto que es to graciosa, como no podía ser de otra manera, y lo pasa para adelante… eso entra en una maraña del entramado burocrático hasta el momento en el que ves a Matías Prats hacer un chiste malo con la inauguración de la rampa más inútil del universo conocido e incluso hay señales del espacio exterior llegando a la NASA que dicen literalmente “JA, JA, JA, JA, JA, terrestres pringados” (HA, HA, HA, HA, sucker humans, más concretamente).

Las ciudades son una prueba de obstáculos, tanto fijos como móviles, para las personas con movilidad reducida

Lo más triste es que hasta que no estás metida/o en estos fregados, mientras eres una persona del montón, no te das cuenta de que las ciudades son una prueba de obstáculos, tanto fijos como móviles. No sabes todavía que ir por la calle con bastón será un deporte de riesgo por el tráfico de peatones cuyo superpoder es ignorar (porque no, el bastón/andador/silla de ruedas aún no nos da el poder de la invisibilidad aunque para algunos lo parezca) a toda persona con la con la que se cruza.

He de confesar que, ante estas circunstancias de la invisibilidad asociada a la movilidad reducida, estoy estudiando el cambiar mi bastón por una espada láser, creo que me daría un toque guay, serviría como luz de aviso de que pasa un ser con el poder de la invisibilidad y el grado de discapacidad y, en caso de que fuera preciso, pues permitiría impartir justicia divina a diestro y siniestro.