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Embarazo y esclerosis múltiple

¡Buenas a tod@s! Me llamo Deborah y podéis verme en las redes como «Atacada de los nervios«, nombre con gancho que se me ocurrió al ser lo que nos pasa a los escleróticos, que tenemos los nervios (neuronas) un poco de aquella manera…
He sido invitada por @sclerostar para hablaros sobre mi reciente maternidad donde sumo una hija más junto a la escle, que no deja de ser otra hija más (y más fastidiosa que ninguna).

Retrocediendo a aquel día en la consulta del neurólogo donde confirmábamos el diagnóstico tras las pruebas, me preguntó el neurólogo «¿quieres ser madre?» a lo que se me heló la sangre por si no iba a poder serlo ya que era uno de mis sueños… pero no, me tranquilizó y me dijo que no me preocupara y que al contrario, el embarazo es el mejor estado de una mujer con esclerosis ya que el sistema inmune baja para proteger al feto. A día de hoy corroboro dicha afirmación; hacía mucho tiempo que no me encontraba tan bien como durante el embarazo.

Cabe destacar que aunque fuera mi sueño y no me apetecía demorarme mucho en ser madre, el diagnóstico me hizo cambiar de planes y esperar un poco más, pues primero tenía que estar yo bien para poder hacerme cargo de un pequeño ser. Así que tras unos meses sin tomar nada, donde me vino otro brote más, me metí en el mundo de la medicación esclerosa un 14 de febrero de 2017 con Tecfidera (me la puso el neuro justo por mis intenciones ya que en 24-48 horas se elimina del sistema y no hay que hacer limpieza). También me recomendó estar al menos 1 año y medio estable sin brotes antes de iniciar la búsqueda. Tuve otro brote a los 4 meses de empezar la medicación, y a partir de entonces ya comenzó mi época estable hasta el día de hoy (¡hurra!). Así llegué a cumplir el periodo pactado, que coincidió con mi boda, por lo que para celebrarlo nos pusimos a buscar el retoño ya desde la luna de miel.

Dejé la píldora que llevaba tomando 10 años y tras unos meses empezamos a preocuparnos por si alguno éramos estéril, pero es normal estar hasta 1 año buscándolo porque la EM no influye en la fertilidad; por si os lo preguntáis. Así, a los 7 meses conseguí el positivo. Ese mismo día fui al ambulatorio para que me confirmaran el positivo (nota: no hay falsos positivos, si falsos negativos, pero yo necesitaba corroborarlo…). A partir de esa confirmación ya aparté esas pastillas turquesa del Tecfidera de mi pastillero ¡adiós pastillas! Además que meses antes también me quité el Lorazepan para dormir y lo cambié por melatonina que es natural cuando lo necesitara, y también el Modiodal para la fatiga, que parecía que la llevaba mejor (primero probé con Amantadine pero me iba fatal, me volvía hiperactiva y con superinsomnio). Así que cuando empecé el embarazo y tras quitarme Tecfidera, ya solo me quedé con Hidroferol (vitamina D) y el Eutirox para mi hipotiroidismo, a lo que se sumaron las vitaminas propias del embarazo. Empecé a sentirme ¡una embarazada normal más! y no una señora mayor con el pastillero plagado…
Os cuento cómo me fue el embarazo en sí:

Primer trimestre: se me juntó supersueño con la fatiga propia de la EM, no podía tirar de mi cuerpo. También me empezó a doler la pelvis que se iba preparando para el parto, sumado a los dolores neuropáticos o inventados, como digo yo. También me dieron ardores… Un combo majo, vaya, aunque no fue demasiado catastrófico, la verdad, bastante soportable para lo que aguantamos normalmente…
En la ecografía me enteré que iba a ser madre de ¡una niña! Me daba igual lo que fuera, la verdad, solo me preocupaba que fuese sano, ya que es algo que me falta a mí. No me preocupé de pasarle la EM, pues la probabilidad se incrementa ínfimamente sobre cualquier persona. Solo deseaba (y deseo) que no le toque, que con que lo tuviera yo ya es bastante.

Segundo trimestre: todo estupendo, de verdad. Me sentía con vitalidad, despierta, sin apenas molestias, ya se empezaba a notar la tripita. Aproveché y me fui de vacaciones a la playa donde aprovechaba mis pausas por la fatiga para sentarme porque la nena se empezaba a clavar.

Tercer trimestre: ya se empiezan a notar las pataditas, tanto al final que no me dejaba dormir ya desde dentro; venía apuntando maneras la pequeña. Llené la cama de cojines y me compré algunos ortopédicos para la espalda/piernas que ahora me vienen de perlas. Benditos cojines.
Ya empecé a planear el parto y preguntando por la EM. Siempre quise parto en el agua pero la ginecóloga me dijo que aunque el embarazo fue estupendo y no hubo riesgo, el parto sí se consideraba como tal por la esclerosis múltiple y no estaba indicado para mí. Esta misma duda se la formulé a mi neuro, que dijo que ante mis circunstancias no había ningún problema, que yo podría, pero que se ponen esas indicaciones ante el miedo y el desconocimiento, así que me hizo un informe donde me puso que yo no tenía ningún problema a nivel neurológico para no dar a luz como yo deseaba.

Día del parto: ese mismo día fui a la visita del hospital de Torrejón de Ardoz donde iba a dar a luz e hice las últimas preguntas sobre epidural para conocer todas las opciones, por si estaba muy fatigada o estresada poder pedirla y conservar mi salud y evitar en la medida de lo posible los brotes. Pues bien, se ve que la visita le gustó a mi nena que nada más llegar a casa rompí aguas, así que ducha, coger los bártulos y de nuevo al hospital aunque ya con otro fin, parir.
Ingresé por la noche y antes de la madrugada ya estaba con contracciones, a las 7 ya estaba en paritorio donde pedí la piscina. A las 8 empecé con contracciones fuertes que yo pensaba que eran las anteriores tan soportables, mucho mejor que una migraña, pero estas ya eran otra historia. Pregunté cuánto durarían y como me dijeron entre 8-12 horas, no me veía yo capaz de aguantarlas sin petar en brote, así que pedí la epidural. Me revisaron para ver cómo estaba y ¡aleluya! ¡Ya estaba totalmente dilatada! Así que ¡a empujar sin epidural!

Decir que en esas contracciones fuertes me daban ganas de empujar y así lo hice tras el permiso de la matrona de escuchar mi cuerpo, lo que seguro me ayudó a dilatar tan pronto. Así que ¡ya estaba de parto! En ese hospital hay barra libre de elección para parir. Me ofreció hacerlo de pie, a lo que me asusté, ni de coña, que con la ‘escle’ vuelco o me aflojo, quita, quita. Quería de lado que leí que era la mejor postura, pero no podía con mi vida, necesitaba moverme (que pena que no me llevé el móvil para donar los pasos a @yodoymispasos porque me di unos cuantos garbeos) así que decidí dar a luz sentada. Me pusieron un espejo y, apoyada en mi marido como respaldo, ambos vivimos ese precioso momento en el que nos convertimos en padres.

Siempre quise dar el pecho y más cuando el neurólogo me dijo que la lactancia protegía igual que el embarazo, por lo que era igual de beneficiosa para ambas. Así que nada más salir ya le ofrecí el pecho para que lo fuera estimulando. Es alucinante cómo lo busca, y es que por lo visto tiene el mismo olor que la bolsa donde ha estado tanto tiempo. Así empezó ni etapa de mamá lactante.
Tuve un buen embarazo, parto y postparto, además de una buena subida de leche que me permite la lactancia y seguirla sin la necesidad de medicarme, al continuar estable y sin brotes ni en embarazo ni en parto (voy camino de los 4 años ya ¡a lo tonto!).

Maternidad: es todo muy precioso, pero también agotador. Milagrosamente las horas de sueño valen x2 gracias a las hormonas, es decir, duermes 3 horas y te saben a 6. Por eso he conseguido sobrevivir porque en circunstancias normales estaría para el arrastre con una migraña terrible, y ¡no he tenido muchas! Es cierto que hay días muy cansados que sumados al tiempo frío y lluvioso no puedo con mi cuerpo, pero merece tanto la pena… eso sí, cuento con la gran ayuda de mi marido y de mi familia para quitarme bastante carga, si no, otro gallo cantaría.

A partir de los 3 meses se empieza a caer el pelo como a toda reciente mamá, pero como nosotras ya estamos acostumbradas a eso por la medicación, no nos suele asustar mucho. Luego después de los 4-6 meses empieza a bajar la intensidad la hormona de la prolactina, encargada de la leche al empezar con la alimentación complementaria, y eso se nota en que va emergiendo el cansancio y la fatiga, y se van notando más las secuelas previas por cansancio, cambio de temperatura… vamos, ¡que asoma la escle!
En la revisión con el neuro sobre los 6 meses (telefónica por la COVID19) vimos que sigue todo bien y mantenemos la lactancia que aunque ya no es exclusiva y cubre menos, de momento me mantiene bien y estable; el milagro de ser madre.
En mi caso, el embarazo ha sido cuando mejor me he encontrado. Tan bien me encuentro que ya ando pensando hilar embarazo-lactancia-embarazo, por lo que si todo va bien a lo mejor el año que viene me veis anunciando ¡un nuevo bombo!
Lo que no tengo es mucho tiempo… Tengo abandonado el canal de YouTube por la absorción de mi hija, tengo vídeos grabados sin subir que ya me han caducado, y hago directos esporádicos cuando me encuentro con fuerzas para ir actualizando todo y compartir con vosotras, que muchas me preguntáis. Las cosas que vaya sacando voy avisando, así que ¡no se te olvide seguirme para no perdértelo!

La moraleja de todo esto es, si tienes EM, te encuentras más o menos bien y llevas 1 o 2 años estable, pero te da cosa ser madre, yo te animo a ello. Probablemente se quede en pausa y te encuentres mejor si tienes un buen embarazo, pues está demostrado que:

A mayor tiempo de estabilidad previa al embarazo, mejor pronóstico durante el mismo, en el parto y postparto*; que son las partes más complejas…

*Palabras de la neuróloga Mar Mendibe en el chester de maternidad de EMredes18.

Eso sí, aconsejo tener apoyo cerca, en soledad intuyo que sería una maternidad muy costosa…
Lo dicho, ya os iré contando. Un abrazo enorme y ¡a cuidarse!

 

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